UNA LÁGRIMA EN LA MEMORIA DE LA SANGRE

Una lágrima en la sangre.
Hay una lágrima en el fondo del río... de los enamorados... lalala... sólo lalala...

Elisa.

Bello nombre que expira a su alrededor un montón de milagros adecuados para brillar sobre un mar de especulaciones. Regalo... tengo un regalo. Alguien en el mundo Piensa en mí...

Yo pienso en usted cada vez que pienso en lo bello. Y miro al espejo y no me dice nada. Me vislumbra su mirada inocente, que clava un puñal de rosas en el fondo de mi alma. Y respiro. Y vuelo y miro, e intento rozar mi cuerpo con su aura, pero usted, quieta, inmóvil, despliega alas y sentimientos inocuos, placenteros y villanos.

Maja... prefiero Elisa y María, y Toño... no prefiero Antonio, pero me quedo con el alma de los pubis angelicales refrescos... sabiendo que tiño con gases nobles un pequeño rincón del alma en donde no encuentro un espacio breve cuando usted no está. Y cuando la encuentro, mi corazón late. Late como esas noches de verano donde el calor ensimisma al frío de la mente, y nos agitamos, el cuerpo se excita, poco, como para creer que el mundo necesita amor en vez de odio... quizá mucho, pero lo necesario para entender que vivo y muero todos los días... lo necesario para comprender que el amor puede más que el odio... que el amor te salva... a veces.

TIEMPO MALDITA DAGA, que se clava en el fondo de nuestro ser cuando el mundo grita Revolución!!! y mis sentidos empiezan a murmurar un bello nombre, un nombre con sinfonía Beethoviana, un nombre dulce como la hierba, que hierve mis sensaciones alterando mi espacio colateralmente dibujado, para enfrentar a los yanquis repleto de odio, y tanto, como para dibujarle una sonrisa al verle esa cara que atraviesa mis labios cual carnada difícil de agarrar. Tal vez le diga, y quizá me lo quede callado.

TOÑO