FORAZ MEMORIA DE HUÍDA

No entiendo qué nos pasa a todos que hemos perdido la razón....

De cómo Adán y Eva murieron en el siglo XXI capitalino.

Ella hacía el almuerzo... creo que era pescado apanado, brocoli con huevo, maduro frito, y el ingrediente que nunca puede faltar en un almuerzo colombiano: el arroz. Cada arroz parecía no importar, y si uno se ponía más negro que el otro, pues no importaba, total, qué más da... si es uno de un millón... como los muertos en Colombia... qué mas da es uno de 42 millones.

Él mientras tanto, estaba en su computador... preocupado pero feliz... estaba contento porque sabía que de repente se le había presentado una bonita oportunidad para amar... y en estos momentos de deserción amorosa no lo iba a desaprovechar... él sabía que la historia importaba... y que el beso de la muerte no fue por amor... pero repetía una parte de una buena canción: "qué es lo que quieres de mí?". Era Charly García... cantando su vieja y poco conocida canción al lado de Pedro Aznar... 30 Denarios. Y hablaba con su hermana, que se encontraba muy lejos... mucho muy.

DIOS YA NO QUERÍA SALVARLO. Él decidió dormir... despertarse del letargo innombrable de horas y horas al frente de ese computador para resistir la esperanza de encontrar al otro lado a su deseada compañera... y así, juntos hacer el ritual matutino que apenas en esa semana habían comenzado. Pero decidió pararse... paró la música y le subió todo el volumen a sus parlantes, para que el computador le avisara el momento preciso en que ella tocara de nuevo el timbre de su mensajero. El momento nunca llegó, y mientras él sigilosamente se metía debajo de las cobijas para analizar al Chapulín Colorado, su súperhéroe favorito, se quedaba lentamente dormido. Cuando despertó ya eran las 11 y 30... y no tenía muchas ganas de pararse... pero la ilusión ceniera de que ella estuviera allí, al otro lado de la pantalla le hizo sacar las más absurdas fuerzas para levantarse, mirar todo negro y de repente empezar a caminar hacia abajo, hacia su pantalla y analizar que nada había pasado, que su esperanza había sido en vano... y sin embargo su hermosa hermana estaba allí... pidiendo auxilio. Él la socorrió con un par de malas bromas, mientras le decía con voz ajesusiada que se limpiara de todo el pecado perpetuo que los frutos de la tierra le entregaban. La mujer, bello segmento del hombre que teme ser embestida por él.

Ella llegaba... su verdadera amante... llegaba y estaba jugando con una perra mala alimentada, pero con un hueso de lujo que le había comprado su anterior dueño antes de suicidarse. Jugaba con su perra y él la miraba asustado por la ventana... cuando entró empezaron a jugar los dos, y se botaron a la cama, y todo parecía perfecto. Ella pedía comprensión... él pedía espacio, porque con ella no podía dormir bien... le daba torticulis, y pedía cada noche dormir adentro suyo, pues en su interior el calor se hacía más placentero.

Llegamos entonces al momento crucial, en que ella cocinaba el almuerzo... mientras estaba, le llevó una cerveza a su estudio, donde estaba él con su música y sus libros. Él decidió ir a acompañarla de repente, y descubrió que estaba atareada... empezó a hacerle preguntas... y ella le respondió con una pregunta certera y mortuoria, mientras él tomaba su último trago de cerveza... o quizás de felicidad...

"Es que acaso ella te prometía algo? por qué te metiste con esa mujer?" mientras él probaba un poco su leche condensada con una cuchara que había descubierto cómo doblarla con sus dedos... y se detuvo... botó la cucharita de plata al lavaplatos y guardó bruscamente el tarro de leche condensada en la vieja y dañada nevera... y le respondió: "No me mires así... yo no estoy acostumbrado a tratar con las perras amigas tuyas... yo no sé cómo manejar esas situaciones..." y lentamente la gritó, como con el desespero y la frustración de no haber vuelto a acostarse con la Negrita, su amiga... "NO ME MIRES CON LÁSTIMA!!!".

Ahí acabó todo... se insultaron, hasta nombraron el exceso de drogas... ella se subió gritando y le dejó todo por servir. Él pensó que menos mal había terminado el almuerzo.. y luego empezó a lorar y a gritar para sí con rabia... rompió la puerta de su cocina sucia... y se sentó... como tratando de calmarse...

La música de Charly en su pc sonaba más duro que de costumbre... pero cuando el genio bajaba los acordes para hacer liviana la canción, se escuchaba desde el segundo piso de la casa un tambor que le era conocido... y era la percusión de Fito Páez, con su Brillante sobre el Mic, que por un momento se hizo más fuerte que Tu amor, de Aznar y García. Tomó su botella de Costeña, la partió contra el refrigerador... abrió la puerta y se metió allí, desangrando sus venas para acomodarse un poco mejor y congelar la sangre. Tuvo suerte de no caerse y dañarle la sorpresa a su amada, pues era bien liviano y no logró abrir la puerta con su peso al morir.

Ella cantaba como loca... arriba... no quería bajar y sí quería seguir subiendo... sacó su acostumbrado tarrito de metal en donde guardaba su yerba, sacó un peche recién seco tras la lluvia, le desocupó de tabaco, lo abrió y cual cirugía plástica le rellenó de yerba buena, de la verde. Sacó su encendedor, y trató de sacarle una chispa productiva... inocuamente. Buscó por todos lados un fósforo, para hacerlo fuego contra la pared que tristemente decía Rana María... y dibujado un especimen de sus favoritos, encontró que de su boca colgaba un pequeño fósforo con la cabeza enterita (un poco más clara de lo normal) pero su cuerpo amarillento por el tiempo,
muy deshilachado y hecho trizas. Presurosamente lo frotó contra la cabeza de la Rana... pero se deshizo... ante sus ojos. No tenía otra opción que bajar para prender su porro con el fuego de la estufa... menos mal lo pudo tacar... porque si tuviera solo su pipa no tendría chance. Bajó, decidida...contra su orgullo pero en pro del placer que sólo le daba su papá... el porro. Cuando llegó a la cocina no lo vió a él, ni tampoco sintió su olor... no le importó y pensó que había huído de manera vil y cobarde; prendió su cigarro de marihuana y empezó a mirar el piso... vió un charco rojizo que le cubría un poco los pies... miró su cigarro y pensó que iba a seguir comprando la yerba a la misma viejita allá en la universidad: qué rápido la había enlocado! Siguió mirando el charquito rojo, y sin importarle de dónde venía... empezó a oler raro... no era olor a cannabis, era olor a Huída Foraz, a muerto. Abrió el refrigerador, pues parecía que de allí salía el río de sangre, y con el porro en la boca, sólo pudo exclamar por la vida del único ser que la acompañaba en Bogotá, del único ser que había amado realmente, el único que había probado las mieles de su entrepierna y las hieles de su amargura, de su amargosa amargura. Qué buena sorpresa la que del refrigerador se había llevado... y entonces corrió hacia el pc, metió el CD de los Beatles, y buscó el Apple Azul, para poner Strawberry Fields Forever, y hacer el homenaje que siempre quiso Adán... mientras se desperdiciaba una pata de la yerba menos dulce que había probado en medio de la marea de sangre congelada... a los pies de su ama-da.

Estás buscando un porro de papá?

Adán murió de rabia...
Eva murió de pena...

¿qué hay en el mundo que no me deja ser feliz?... así lo intente?

TOÑO G-S